martes, 29 de junio de 2010

A modo de conclusión...


"Al 'hundir' el discurso masivo en el espesor de las materias y los cuerpos, y al hacer emerger sus bajos fondos, con lo que nos topamos verdaderamente es con la historia, la historia hecha discurso del poder y del deseo."
Jesús Martín Barbero


Es imposible reducir el discurso a lo linguístico: el discurso es una práctica, la comunicación es acción. Es, dice Barbero, el lugar en el que la lengua se carga y es cargada de historia y de pulsión. Y el discurso es, fundamentalmente, poder: "lo es porque produce, y
produce porque en él hay materia y hay trabajo, y no sólo signos, estructuras de significación". El discurso narra y provoca, fuerza; y en tanto accedemos a la experiencia sólo a través de su
narración, de su representación discursiva, quien produzca esa narración contará con un inmenso poder. SERÁ el poder.
De esto hablamos cuando hablamos de poder: del poder como discurso, como esa capacidad de penetrar infinitamente ese discurso en las subjetividades, que los medios utilizan de forma tan eficaz.
Este blog surgió de la confianza incondicional en el arte y en su potencial liberador. En su capacidad de generar discursos alternativos al hegemónico, representaciones de la experiencia diferentes a la mediática. Pero que tengan su mismo peso, su misma densidad. Y que sean tanto o más efectivas.
A lo largo de los posts intentamos presentar ejemplos de este carácter subversivo del arte. Como trinchera (The Battle in Seattle), como alternativa (¿quién resistirá?), como forma de revertir los significados hegemónicos (Big Ideas), o como crítica feroz y encarnizada (Televicio, Shaila).
Seis posts después, seguimos confiando en él. Tanto o más que antes. Una pregunta sigue flotando entre la música y las teclas, las palabras y las cosas, los bites y los pixeles: ¿quién resistirá?

Nahuel Ignacio Alberti, Estéfano Efrén Baggiarini...

& Syd Barret

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